La obra de Berta Solana se puede definir como “el dulce trabajo con el que soñamos”; sus piezas están llenas de tranquilidad y recuerdos, lo que nos hace sentir en otro lugar en otro momento.

Un paisaje y un instante que todos pueden recordar. Una combinación equilibrada de abstracción en el fondo y figuras hiperrealistas en primer plano.

El retrato es el protagonista indiscutible, y característico de la obra de Berta Solana, así como todos los matices en los que se basa la pintura abstracta. En sus lienzo se pueden ver realzadas la imagen de las personas que se representan. Con posturas claramente reconocibles; de lado, desde atrás y desde la perspectiva donde no se ve el rostro, se reproduce el tiempo familiar y se reconoce a las personas de cerca.

La escenografía es infinita, a la par que lo sutil y armonioso infinito, íntimo y tangible, gracias a los personajes que solo nos invitan al otro lado, como Alicia en el espejo de un conejo.